sábado, 6 de marzo de 2010

Palabras.

Entonces entraron en esa pequeña habitación, en la que no cabían más de dos personas y no sin estar bien apretadas. Él acaricio su rostro mientras se perdía en sus ojos color miel:
-Te quiero.
-No me digas eso
-¿Por qué? Es la verdad, eres perfecta.
-Conseguirás que me lo crea. No es cierto.
-Tienes razón, no es cierto...
Se acercó a ella. Rodeándola con sus brazós la aprisono contra su pecho obligándola así a permanecer pegada a él.- Esas palabras se quedan cortas.- Y esas palabras se perdieron en el roce de sus labios...

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